Abriendo espacios en internet para una nueva ola de feminismo

La nueva ola feminista busca responder esta pregunta desde su propio saber, algunas veces sin demasiada reflexión sobre qué implica el feminismo como movimiento político y teórico más allá de la experiencia de ser mujer. En parte, porque el propio feminismo -sobre todo el de principios de siglo XX- valoró siempre la experiencia personal por sobre el saber académico establecido, dando lugar a la voz propia como estrategia de visibilización de lo que históricamente había sido invisibilizado. No es que el feminismo no tenga un cuerpo teórico, sino que para constituirse como tal tuvo que discutir primero con el cuerpo teórico machista que excluyó su saber como un saber válido, y para eso necesitaba valerse de herramientas distintas (por aquello de que las herramientas del amo no acabarán con la casa del amo).

Frente a eso cada una optó por "un feminismo para armar", hasta que se consolidaron grandes tradiciones académicas que identificaron corrientes, tendencias y discursos y se alinearon con ciertas acciones políticas en detrimento de otras. Desde este punto de vista, ¿qué quiere decir "una internet feminista"?

La mayor parte de nuestros análisis alrededor de este tema han estado centrados en discutir siempre la escasa participación de las mujeres en la construcción de internet: en las tareas de ingeniería y desarrollo, en los puestos de decisión y jerárquicos, en los espacios de debate político sobre internet. Señalar esa ausencia es una de las tareas que sin dudas promueven la construcción de un espacio más equitativo e igualitario, y algo que sin duda estaría a tono si a la pregunta sobre "qué es el feminismo" respondiéramos que es "un movimiento social y político que busca la igualdad de derechos para las mujeres".

La mayor parte de nuestros análisis han estado centrados en discutir la escasa participación de las mujeres en la construcción de internet: en las tareas de ingeniería y desarrollo, en los puestos de decisión y jerárquicos, en los espacios de debate político sobre internet.

Pero como existen tantos feminismos como mujeres, hay otro feminismo que siempre se planteó como políticamente más radical y que identificó al patriarcado como el fundamento último de la organización social que garantizaba el dominio del hombre sobre la mujer. Este movimiento también planteó que el patriarcado estaba incluso más enraizado que el capitalismo, que incluso le precedía, y que la única forma de conseguir la liberación de las mujeres no era conseguir más derechos -algo loable en contextos adversos, por otra parte- sino modificar de raíz las estructuras de poder que mantenían la dominación de los hombres sobre las mujeres. En otras palabras, acabar con el patriarcado.

Patear la escalera

Así de utópico como suena, "acabar con el patriarcado" enseguida se presenta como problemático para pensar una "internet feminista". ¿Cuál debería ser el objetivo que perseguimos las mujeres para construir esta internet "feminista"? ¿Que existan más mujeres sentadas en los puestos ejecutivos de Facebook, Google y Amazon para tener una internet que sea más respetuosa hacia nosotras?

A fin de cuentas, ahí está Sheryl Sandberg sentada en Facebook (antes de haber pasado por Google) para demostrar que mujer no se nace sino que se llega a serlo: las políticas de Facebook en relación con la exhibición del cuerpo de las mujeres o sus políticas de recolección masiva de datos no se han modificado un ápice a pesar de que una mujer ocupa uno de los puestos más importantes de la compañía. Este es el espejo cruel de la igualdad de género: pone a la mujer en la posición de aceptar libremente la dominación, sin poder entablar una conversación radical sobre la clase de mundo que queremos. ¡Por fin rompemos el techo de cristal, para quedar encerradas en la jaula de la igualdad!

Este es el espejo cruel de la igualdad de género: pone a la mujer en la posición de aceptar libremente la dominación, sin poder entablar una conversación radical sobre la clase de mundo que queremos

Las principales compañías de internet -el famoso "grupo GAFA", constituido por Google, Amazon, Facebook y Apple- modificaron radicalmente la experiencia de navegar por la web en los últimos diez años. internet pasó de ser un espacio abierto de participación a ser cada vez más un lugar de oferta de servicios por parte de empresas privadas (en su enorme mayoría, pagos, ya fuera en especies o en dinero, y cerrados). Y estas empresas, de ser emprendimientos cool manejados por jóvenes cancheros que venían a cambiar el mundo con la tecnología "para hacer el bien", se transformaron en monopolios informacionales que controlan toda la cadena de distribución de la información, desde que se produce hasta que se consume.

Las empresas manipulan sus interfaces de interacción para que los usuarios se vuelvan adictos a ellas y capturan también fondos tan imprescindibles para una comunicación diversa y equitativa como las pautas oficiales de los Estados. En pocas palabras, no hay nada que no controlen. Pero este hecho tampoco debería ser motivo de susto, ya que su funcionamiento es perfectamente normal dentro del capitalismo. Estas empresas existen para generar ganancias, no para hacer el bien.

Esto no sería problema si no fuera porque, con la habilidad que las caracteriza, también han sabido ganarse y cooptar las agendas de las organizaciones que discuten estos temas. Desde compartir los foros de gobernanza y escribir posiciones conjuntas, pasando por las famosas "puertas giratorias" que eyectaron a miembros de la sociedad civil a puestos ejecutivos de estas empresas, hasta financiar de manera directa -y cuantiosa- a algunas de las organizaciones más visibles en el campo de internet y derechos humanos, no hay nada de esta interacción en la que no hayan habido roces y contactos de algún tipo.

Pero hay cierto feminismo al que nunca le interesó subir por esa escalera y cuyo objetivo siempre estuvo centrado en lo opuesto: patear la escalera.

En el medio, el discurso de la igualdad de género hace su aporte para ubicar a más mujeres: queremos más mujeres todo a lo largo de la cadena. Más mujeres entrando a trabajar a Google y a Facebook, a Amazon y a Netflix, más mujeres siendo directa o indirectamente financiadas por estas empresas, más mujeres que suban la escalera corporativa. Pero hay cierto feminismo al que nunca le interesó subir por esa escalera y cuyo objetivo siempre estuvo centrado en lo opuesto: patear la escalera.

Elige tu propio feminismo y tendrás tu propia internet

Así como históricamente el feminismo habló de "olas" y de "feminismos", por ahí sea momento de hablar de que más que construir una internet feminista, necesitamos construir muchas internets feministas. Pero no solamente en un sentido diferenciador de la igualdad de género, sino también porque justamente el esfuerzo debería estar puesto en abandonar las prácticas que han guiado a la industria en los últimos diez años: control, centralización, monopolización y finalmente cartelización.

El discurso reformista encuentra pronto sus límites. Aunque Google actuó rápido y despidió al ingeniero que publicó un memo diciendo que las mujeres no tenemos las mismas capacidades biológicas para la ingeniería, la empresa sigue teniendo un porcentaje bajísimo de mujeres y comunidades infrarepresentadas. Mucho de ese esfuerzo ni siquiera es el producto de una mejora en la cultura corporativa, sino en la obligación legal que tiene Google como contratista del Estado norteamericano de ofrecer igualdad de oportunidades a la hora de la contratación. Y aún con estos escasos esfuerzos, este movimiento que busca la igualdad ha generado en Silicon Valley un resurgir del "movimiento de hombres", que plantean que la ideología de género ha inundado toda la industria y que se ha vuelto una caza de brujas en contra de los (misóginos) que piensan diferente.

El problema no es que existan misóginos, sino que este discurso encuentra su caja de resonancia y se abre paso a través de cierta cultura corporativa que responde a la amenaza encerrándose detrás del discurso de la libertad de pensamiento, de ideas, de expresión, o la libertad que les convenga en cada momento. Es la forma en que las principales empresas de internet se han escabullido de ser reguladas por el Estado, y ahora que los Estados buscan regularlas, se escudan en la libertad de comercio a través de nuevas (viejas) propuestas como el "comercio electrónico". En el momento en que incorporar mujeres y comunidades infrarepresentadas les ocasione problemas, buscarán la forma de liberarse de esa responsabilidad.

Este movimiento que busca la igualdad ha generado en Silicon Valley un resurgir del "movimiento de hombres", que plantean que la ideología de género ha inundado toda la industria y que se ha vuelto una caza de brujas

Mientras tanto, es hora de preguntarse por una hoja de ruta hacia una internet feminista que considere otras propuestas. Y aunque siempre tendremos borradores provisorios, el feminismo como movimiento tiene una impronta teórica de la cual puede abrevar para aproximarse hacia una respuesta. Quizás no sea hora de entregar alegremente más mujeres a la casa del amo, sino de armar las infraestructuras de comunicación y de servicios que nos permitan tirar abajo la casa del amo y construir otro tipo de redes de comunicación.

Ilustración APC

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