Todo panel sobre ciberseguridad pone a las mujeres en alerta. ¿Será un “manel” más, por utilizar el mote que usan nuestras colegas de habla inglesa para señalar a los paneles integrados sólo por hombres, combinando la palabra “man” (hombre) con “panel”?

La novedad en esta oportunidad la dió la movida sesión en la cual seis participantes, con igual número de mujeres y de hombres, vincularon sus preocupaciones sobre ciberdelito, vigilancia, seguridad de la red y conceptos sobre comunicaciones en línea seguras con cuestiones de violación a la privacidad de las mujeres y violencia contra las mujeres en los espacios digitales. El interesante debate se dió en el marco del 9no Foro regional de gobernanza de internet (LAC IGF) que se celebra en San José, Costa Rica, con la participación de unos 300 representantes de gobiernos, empresas, comunidad técnica y sociedad civil de América Latina y Caribe.

Una de las expertas en ciberseguridad que integró el panel introdujo una mirada de género al presentar la problemática de la violencia de género y la violación de la privacidad de las mujeres como ciberdelitos cuando se divulgan fotos enviadas en una relación privada de íntimidad que toma estado público sin el consentimiento de la mujer que las envió. Este hecho, conocido comunmente como porno-venganza, es una de las maneras más difundidas de violencia de género en la red, con el agravante de que este ciberdelito rara vez es reconocido como tal por las autoridades policiales o fiscalías a cargo de tomar la denuncia y facilitar a las mujeres el acceso a la justicia.

El sexting, o sea el envío de fotos íntimas entre los integrantes de una pareja, también fue considerado en el panel. ¿Debería prevenirse a las personas a abstenerse de intercambiar estos materiales, sean fotos, audios o videos? ¿Acaso la comunicación digital no se ha constituído también en espacio de intercambio amoroso e íntimo cuyos contenidos no deberían ser compartidos ni diseminados sin el consentimiento de las partes? Una vez más, reconocer las nuevas expresiones de la cultura digital y apuntar a la violación de los derechos a la privacidad y a la intimidad cuando estas filtraciones no consensuadas ocurren debería ser parte de la preocupación de los expertos en ciberdelitos.

Entre estafas, hackeos, robos de datos y de identidad, destrucción de información y filtraciones maliciosas de documentos sensibles y confidenciales, las personas que trabajan en cuestiones de ciberdelito rara vez tienen en cuenta que hechos como el acoso, el hostigamiento, la filtración de imágenes íntimas en línea afectan seriamente los derechos de las mujeres a una vida sin violencias también en los espacios virtuales. Debates como el desarrollado en esta jornada del LAC IGF ponen el tema sobre la mesa y abre la posibilidad de continuar profundizando en esta perspectiva.

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