Niñas y mujeres están más expuestas a quedar rezagadas en el mundo de las TIC ya que deben sortear mayores barreras que sus pares masculinos para acceder y aprovechar las ventajas ofrecidas por el mundo digital. En otras palabras, la ventaja competitiva de las nuevas tecnologías para integrarse socialmente y empoderar a niñas y mujeres, así como equiparar otras brechas
de género, se ven en riesgo (ibid).

Este escenario es particularmente preocupante cuando se analiza desde un enfoque de derechos. Desde 2011 las Naciones Unidas han reconocido acceso a la web como un derecho humano donde, en un contexto sin precedentes, las tecnologías forman parte de cada aspecto de la vida moderna (Human Rights Council, 2011). Se trata de una perspectiva que promueve y protege el derecho a la opinión y expresión, así como las ventajas que ofrece internet en la búsqueda de información y sus posibilidades de comunicación (ibid). Esto es crucial porque estamos en una sociedad formada por redes donde el uso y las habilidades tecnológicas están directamente relacionadas a la posición social y el desarrollo de capitales culturales, económicos y sociales (Castells, 2003; van Dijk 2005, 2006). Desde una perspectiva de género hay instancias regionales que han hecho eco de este llamado y se han generado acuerdos tales como el de Beijing, (1995), México (2004), Brasilia (2010) y Santo Domingo (2013) (Camacho, 2013).

No obstante las tecnologías por que sí o como un fin en sí mismas no es suficiente, es necesario preguntarse el cómo y para qué de forma de reflexionar sobre aspectos que van más allá del acceso a éstas. Es aquí donde el derecho a la educación cobra una nueva importancia, porque se trata de un elemento modelador que permite dar sentido al mundo de las TIC. La educación tiene un rol no sólo en términos de acceso sino como generador de capacidades digitales, que tal como afirma Flores (2009), den paso a un desarrollo personal y entregue nuevas oportunidades para aportar en la formación de las personas. En los derechos de la infancia y más específicamente en el derecho a la educación las nuevas tecnologías también tienen un rol clave puesto que hoy en día no es posible concebir igualdad de oportunidades y el disponer de información sin acceso a TIC y el desarrollo de competencias digitales.

Así ha sido entendido por los gobiernos de la región, posicionándola como una donde las políticas educativas y de inclusión digital están alineadas y gozan de un alto nivel de proactividad (SITEAL, 2014). Entonces en un contexto social donde no sólo es asumido que el desarrollo de habilidades digitales es necesario, sino un derecho, la carencia de éstas tiene efectos tanto prácticos como psicológicos. Según “ONU Mujeres” las TIC son reconocidas como parte fundamental del desarrollo de la mujer, ya sea a través de iniciativas de trabajo, participación en redes de desarrollo y de apoyo y acceso a conocimientos y educación (Palacios, 2011). Pero su alcance es aún mayor puesto que “con el crecimiento global de la sociedad del conocimiento, la realización del derecho de las mujeres a acceder plenamente y utilizar las TIC pueden ayudar a hacer realidad los recursos humanos y el potencial de una nación para el desarrollo sostenible” (ITU/UNESCO, 2013:10).

Esto además se traduce en que el aprovechamiento de recursos tecnológicos si bien involucra aspectos tan claves como el ámbito educacional y laboral, sus alcances van mucho más allá, posicionando a las tecnologías como herramientas en pro de la emancipación y el empoderamiento de niñas y mujeres. Se trata, en definitiva, de recursos que les permitan alcanzar su máximo potencial. Es aquí donde la discusión de las desigualdades de género en las TIC se hace clara y relevante, ya que las nuevas tecnologías son evaluadas más que como artefactos como herramientas de inclusión y empoderamiento. Son un instrumento que permite poner en práctica la agencia (agency) de niñas y mujeres, la que es entendida como una “acción significativa e incluye la reflexión de la experiencia pasada, la interpretación del presente y la consideración de las necesidades y aspiraciones futuras” (Wessels, 2012:1534).

En este sentido, las TIC y particularmente internet, son posibilidades que van siendo moldeadas y aprovechadas de acuerdo a los intereses, necesidades y contexto de quienes acceden a ellas (Hutchby, 2001). Es precisamente por medio del uso de estas herramientas que ellas le dan sentido a las tecnologías, las adaptan a su propia realidad y las usan como vehículo para alcanzar sus metas.

Niñas y mujeres son agentes activas y protagonistas de su desarrollo. Se trata de una visión que resalta la importancia de generar espacios y oportunidades para el desarrollo de habilidades digitales, teniendo en consideración el nivel de conocimiento, de oportunidades y las circunstancias sociales de quienes las utilizan (Wyatt y otros, 2000). Este es un enfoque inclusivo donde las TIC no están separadas de la realidad de las niñas y mujeres ni de su contexto social y cultural. Es desde esta perspectiva que la discusión de la brecha digital y de género se enriquece, y permite evaluar tanto la evidencia teórica como empírica a la luz de la realidad regional de América Latina y el Caribe.

Tabla de contenidos

Introducción: ¿Qué es la brecha de género y por qué es importante en el contexto digital?……………….. 4

Niñas y mujeres en el mapa digital de América Latina y el Caribe………. 7

¿Dónde acceden y qué hacen con las tecnologías? Las distintas brechas digitales que deben sortear niñas y mujeres de la región ……………. 19

¿Existe un “ellas” en las agendas digitales y políticas públicas de América Latina y el Caribe?………………………………………………. 25

Conclusiones. Ser y hacer en las TIC: Internet como un espacio de derechos y el desarrollo de las potencialidades de niñas y mujeres…………. 30

Referencias…………………………………………… 33

Year of publication

2015

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