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“No subas tus fotos o videos a sitios de redes sociales como Facebook o MySpace, ni información personal como dirección de email o número de teléfono”, aconsejan los técnicos informáticos.


“He tenido que cambiar mi género de mujer a hombre en Skype para evitar algunas llamadas y chats molestos y acosadores que a veces aparecen hasta en medio de la noche o mientras trabajo en línea”, nos contaba una joven.


“¿Acaso las mujeres necesitan esconder su identidad de género en línea para protegerse y sentirse seguras para expresar sus opiniones a través de las TIC?”, preguntaba una activista.


Estas son algunas de las muchas preguntas y preocupaciones expresadas por las participantes del taller sobre Violencia Electrónica contra las Mujeres (VECM) organizado por el PARM de APC el pasado abril en Manila, Filipinas, financiado por el Fondo para el empoderamiento de las mujeres y la equidad de género MDG3 del gobierno holandés. El centro de la discusión es la intersección entre violencia contra las mujeres y el derecho a la privacidad.


La rápida evolución de los medios de comunicación en las últimas dos décadas, en especial el desarrollo de nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) ha producido cambios notorios en la vida de las personas y en la forma en que se comunican unas con otras. También en las formas de organización y movilización de los movimientos de mujeres y otros movimientos sociales.


Las TIC catalizan y fortalecen el periodismo ciudadano en línea y los medios independientes y comunitarios. El uso de herramientas en línea como blogs, podcasts y redes sociales como Twitter y Facebook, además del reconocimiento del potencial de las herramientas de comunicación tradicionales como las radios comunitarias y la TV, han incrementado los espacios para la transparencia y la democracia, transformando progresivamente muchas sociedades.


Tal como señalan las activistas congolesas en el artículo de esta edición entitulado “República Democrática del Congo: dos caras de una misma moneda TIC - quebrar el silencio sobre la violencia contra las mujeres/quebrantar las leyes de privacidad”, junto con estos cambios positivos se manifiesta la ominosa realidad del continuo abuso de los derechos humanos de las mujeres y la perpetuación de la discriminación y la violencia de género mediante el uso de esas mismas TIC. Más aún, la rapidez con que se desarrollan las nuevas TIC sigue dividiendo a las sociedades entre personas ricas y pobres en información, creando una brecha digital que atraviesa transversalmente clases, naciones, edades, razas y géneros.


El artículo también en esta edición “Sudáfrica: privacidad y violencia doméstica en y fuera de línea” muestra que en dicho país las TIC son usadas tanto como herramienta para responder a la la violencia como para perpetuarla. Por eso, iniciativas como la campaña “¡Dominemos la Tecnología!” (sobre el uso estratégico de las TIC para acabar con la violencia hacia las mujeres) y “MXit” (un espacio de asesoramiento para niños y niñas en un popular servicio de chat por teléfono celular) son tan importantes. Amplifican las voces de mujeres, niños y niñas y crean ciberespacios más positivos para ellas.


Después de todo, no podemos cambiar el paisaje del ciberespacio a menos que suscitemos cambios en la realidad de los comportamientos y la mentalidad de las personas cuando están fuera de línea. Cuando condenamos la diseminación y reproducción de pornografía por teléfonos celulares e internet, debemos preguntarnos: ¿cómo se producen estas imágenes y mensajes en primer lugar? ¿Hay violencia involucrada? ¿En qué situación esas mujeres “consintieron” ser filmadas o fotografiadas?


El conjunto de artículos que conforman esta edición de GenderIT. org también examina la legislación y las políticas relacionadas con las TIC en diferentes países. Por ejemplo, en Argentina las medidas actuales apuntan a regular las imágenes en medios tradicionales como televisión, radio y producciones audiovisuales, pero no se refieren de manera específica a las comunicaciones digitales, donde la violencia puede adquirir nuevas formas.


Aunque las feministas sostienen que el Estado debería ser responsable de eliminar todas las formas de violencia hacia las mujeres, independientemente de que ocurra en espacios públicos o privados, en la vida fuera de línea o en el espacio virtual, muy pocas feministas están a favor de que el Estado controle a qué información se puede acceder. Hay muchos casos de países donde se ha demostrado que la regulación y vigilancia de las TIC no es la solución. No ayuda a proteger la privacidad ni apela a la conciencia pública para detener la violencia contra las mujeres en línea o fuera de ella. Por el contrario, ha servido a la agenda del conservadorismo y la censura mientras niega la necesidad de solucionar las problemáticas subyacentes.


Las TIC son herramientas poderosas. Es verdad, pueden ser herramientas que empoderen a las mujeres PERO sólo cuando están en manos de mujeres para su propio provecho y derecho. Para recuperar los derechos de comunicación y lograr que estas herramientas funcionen a favor del empoderamiento de las mujeres y la justicia social, “dominemos la tecnología” es el primer paso de un largo viaje. Pero un paso extremadamente importante y necesario.


Sobre la autora:

Cai Yiping se desempeña como directora ejecutiva de Isis International (Isis), una organización no gubernamental con sede en Filipinas que trabaja en los medios por los derechos de las mujeres y facilita la formación de redes de grupos de mujeres en el sur global. Antes de unirse a Isis, Cai fue profesora asociada del Instituto de Estudios de la Mujer de China y se desempeñó como subdirectora del departamento de noticias internacionales de China Women's News, Beijing. Es autora de numerosas publicaciones, entre ellas “Find Women's Stories” e “International Conventions and Protection of Women’s Human Rights in China: A Case Study on CEDAW”. Ha estado activamente involucrada en la defensa de los derechos de las mujeres en los medios de China, en especial en temas de violencia hacia las mujeres y medios y género. Fue coordinadora nacional en China para el Global Media Monitoring Project (2000 y 2005), una iniciativa de Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas (WACC) y coordinadora regional de Asia del proyecto “Informe mundial sobre mujeres en los medios” de International Women's Media Foundation (IWMF).

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