La 57 sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés) tuvo lugar en Nueva York del 4 al 5 de marzo. Este año el tema principal fue la ‘eliminación y prevención de todas las formas de violencia contra las mujeres’. Chat García Ramilo y Jan Moolman, del Programa de derechos de las mujeres de APC, estuvieron allí y conversaron con Sonia Randhawa acerca de la importancia de este espacio y sobre algunos de los principales debates que allí se dieron.



*_Sonia Randhawa: ¿La CSW continúa siendo un marco relevante y sigue teniendo importancia para lograr incidir sobre los derechos de las mujeres a nivel local? ¿Por qué?*_



Chat Garcia Ramilo (CGR): En primer lugar, según la ONU la CSW es el segundo encuentro en magnitud después de la Asamblea General anual, en términos de la cantidad de países y gobiernos asistentes. Esta es una importante señal de interés: los gobiernos acuden a los encuentros todos los años y también asisten muchas organizaciones de mujeres y, si se atiende a los eventos paralelos en torno a la CSW, que son mucho más grandes que el propio encuentro formal, allí se tratan todo tipo de temas, y la participación del sector privado va en aumento. Las organizaciones por los derechos de las mujeres siguen considerando la CSW como un foro para dar amplificación a los temas que las ocupan, para conocer personas y hacedores de políticas y para socializar, lo cual sigue siendo bastante notorio. Estas cosas hacen una diferencia en el trabajo sobre el terreno. En Filipinas, por ejemplo, las organizaciones que no integraban la delegación gubernamental eran verdaderas organizaciones de base. Estuvieron organizándose para contarles a otras organizaciones que no estaban presentes lo que estaba pasando allí, entonces es obvio que todavía se la considera importante.



Jan Moolman (JM): Para mí hay varios elementos. En tanto institución la ONU es mucho más débil de lo que era, y creo que muchas organizaciones por los derechos de las mujeres admiten esto. También creo que la forma de organizarse en torno a los derechos de las mujeres está cambiando en todo el mundo, ahora es localizada y se da a través de movimientos sociales específicos, algo que es importante reconocer en particular cuando se habla de la ONU como un sistema debilitado. A la vez, es vital la oportunidad que la CSW ofrece a algunas organizaciones de mujeres para involucrar a algunos de los gobiernos allí presentes y para hacer que se responsabilicen en el tema. Dependiendo del tipo de trabajo que realicen las organizaciones, eso puede llevar a tener influencia en el terreno.



SR: ¿Cuáles fueron los principales temas propuestos y debatidos en los eventos de este año? ¿Qué faltó poner sobre el tapete?



JM: Un tema importante y que surgió repetidas veces fue el trabajo con varones y niños, que no es novedoso, pero lo chocante es que se hablara de este tema como la panacea para la violencia contra las mujeres (VAW, por sus siglas en inglés), lo que para mí es bastante preocupante. Por ejemplo, dos integrantes de un movimiento de varones formaban parte de la delegación oficial del gobierno de Sudáfrica, lo que muestra la importancia que se le da a este enfoque, al menos en ese país. También hubo muchos eventos paralelos organizados por organizaciones de varones.



Otros temas que se plantearon sistemáticamente tenían que ver con la identidad de género y la orientación sexual. Lamentablemente esto tuvo como consecuencia que se diluyera el lenguaje, en aras del deseo de llegar a acuerdos en las conclusiones y, en mi opinión, este no fue el mejor enfoque desde el punto de vista estratégico.



Por último, algo que encuentro muy chocante en tanto católica fue la postura de la Santa Sede sobre la violencia del compañero íntimo. Sostuvieron que no había tal cosa como la violencia en el matrimonio, que fue un tema que surgió en un evento paralelo. Su postura es que en tanto el matrimonio es un sacramento, una asociación sagrada, las personas que conforman esa unión lo hacen de manera espiritual. Aparentemente la Santa Sede maneja investigaciones que muestran que la violencia en el matrimonio es muy inferior a la que se da en las relaciones que no integran el sacramento. Una participante nos dijo a mí y a Chat que este discurso cancela la discusión y es problemático en sí mismo. Se sintió violentada por tener que escuchar eso, y yo me identifico con ella.



Para mí, estas tres cuestiones desafían cualquier lógica, ¿cómo podemos seguir discutiendo esto en 2013?



CGR: Algunas de las discusiones más encendidas giraron en torno a las definiciones de violencia contra las mujeres y de violencia entre compañeros íntimos. Aparte de la identidad y la orientación sexual, que dieron lugar a ardientes debates, otra área en disputa fue la definición de minorías raciales. Muchos de los gobiernos conservadores trataban de atenerse al lenguaje de los borradores de los documentos, marcando desacuerdos y objeciones ante el uso de un nuevo lenguaje, entonces se llegó a cuestionar cosas como la interseccionalidad. Así, el propio hecho de ampliar la definición de violencia contra las mujeres fue polémico, y ahí es cuando entra la identidad sexual, cuando entran los/as defensores de derechos humanos de las mujeres (WHRD, por sus siglas en inglés). Los que defendían la causa decían que los/as defensores/as de los derechos humanos de las mujeres enfrentan una violencia particular, y que por eso debería ser tenida en cuenta en el debate. Hay temáticas sobre las cuales hay nueva evidencia o donde se observan nuevos desarrollos, por lo que deberían incluírse en términos de estrategias preventivas y en la prevención de la violencia contra las mujeres y en las respuestas multisectoriales a esta.



JM: Y agrego que hubo mucha discusión posterior al marco de desarrollo 2015 acerca de cómo puede incorporarse la violencia contra las mujeres en ese marco, en particular respecto de las carencias de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.



SR: ¿Cuáles fueron las decisiones más importantes que se tomaron? ¿Y cuáles no se tomaron y por qué?



CGR: Bien, lo más importante es que*hubo* un resultado, se redactó un documento, lo que fue un problema el año pasado porque no hubo productos, no hubo conclusiones acordadas, entonces esa era la gran preocupación desde el principio. Los gobiernos dijeron que las organizaciones por los derechos de las mujeres estaban vigilando, controlando las conclusiones acordadas. En cierto modo eso fue bueno, pero después vinieron las críticas y las negociaciones se fueron diluyendo… Había algunos estados, que algunas personas llamaban “estados canallas” que no iban a dar marcha atrás en determinadas cosas. Por ejemplo, Rusia no iba a hacer concesiones sobre las minorías raciales, quería hablar de minorías nacionales. Y muchos estados insistieron en excluir la orientación sexual. Entonces comenzamos con un esbozo de conclusiones acordadas, había mucho entusiasmo acerca de la identidad sexual, defensores/as de los derechos humanos, derechos sexuales y reproductivos, el lenguaje que defendíamos para las TIC y la violencia contra las mujeres, pero llevó tiempo lograr acuerdos en el correr de las negociaciones. Hubo que hacer concesiones para que fuera posible llegar a acuerdos en las conclusiones. El Centre for Women’s Global Leadership presentó un muy buen resumen de los asuntos de interés.



JM: Una vez finalizada la CSW, la gente hablaba de la ‘alianza profana’ de Rusia, Siria, Egipto, Irán y algunos estados africanos que hablaban como un bloque. A mí me resultó interesante porque Sudáfrica es considerado un estado que realmente está presionando a favor de temas como la orientación sexual y la identidad de género, pero al hablar como un bloque africano, no se dijo mucho de esos asuntos. Y los temas contra los que esta alianza profana ha estado combatiendo son la orientación sexual, la identidad de género y los derechos de la salud sexual y reproductiva.



Creo que algo muy bueno en relación con nuestro trabajo fue la inclusión del lenguaje sobre defensoras/es de los derechos humanos de las mujeres. De modo que ahora las conclusiones acordadas mencionan específicamente la necesidad de que los estados emprendan acciones para apoyar y proteger a quienes están involucrados en acabar con la violencia contra las mujeres, como las/os defensoras/es de los derechos humanos de las mujeres, lo que es significativo, en particular si se tiene en cuenta la estrategia de no incorporar un nuevo lenguaje.



CGR: Esto se relaciona con la importancia que puede tener la CSW. Si bien muchas organizaciones por los derechos de las mujeres continúan integrándola, se la ve como un foro que se vuelve cada vez más ineficiente, debido a los debates que alberga y a la conducta de ciertos estados. Existe el siguiente dilema: debemos involucrarnos con este foro y con estos estados para no desandar lo andado, pero a la vez la CSW es un espacio en el cual una no puede quedarse retorciéndose las manos mientras ciertos estados dicen cualquier cosa, pero si se la deja tal como está se llegará a acuerdos con retrocesos en el lenguaje. Y hasta que algunos estados no se comporten de manera constructiva habrá algunas diferencias respecto de la conformación de bloques y de cómo hablan, y es así como funcionará cada vez más, por eso hay temores acerca de que no sea una institución tan dinámica, de que se vuelva un espacio en el que sea difícil trabajar.



SR: ¿Hay algún cambio en la conciencia de las mujeres tomadoras de decisiones respecto de su involucramiento con las TIC? ¿Hubo algún debate sobre las dimensiones de género de las TIC? ¿Cómo se recibió esta temática?



JM: En primer lugar, fue mucho más sencillo hablar acerca de la relación entre violencia y tecnología de lo que era en el pasado, hubo más personas que prestaran atención y creo que esto se debe a dos motivos. En parte se debe a que los países cuentan ahora con cierta experiencia, entonces ya no se trata de un tema marginal (aunque aún está en los márgenes). Hay mucha más conciencia, en particular en ciertos países. Cuando los países hacían aportes a los documentos de base quedaba claro que varios de ellos están considerando este tipo de temas, y creo que eso es muy significativo.



Otra cosa interesante es que los países están buscando que se los oriente en estos temas. Ghana, por ejemplo, estuvo ocupándose del tema del sexting y la gente joven, y en uno de los eventos paralelos auspiciado por el gobierno de Sudáfrica, sus representantes solicitaron específicamente que se los aconsejara. La respuesta que obtuvieron a una pregunta sobre el sexting fue que hay un proyecto que contempla la pornografía infantil. Esto es preocupante, no sólo porque muestra la falta de comprensión acerca de estos temas sino porque además exhibe la angustia existente acerca de la tecnología y la sexualidad. Me hizo pensar en que necesitamos trabajar mucho más con los gobiernos y los tomadores de decisiones a nivel nacional, y hacerlo de una manera muy práctica. Tenemos que establecer que estos son los temas, que funcionan de tal manera, y señalar que no son todos lo mismo. Ellos creen que ‘jóvenes, tecnología y sexting equivale a pornografía’. Y esa no es la manera en la que la tecnología está implicada en la violencia contra las mujeres ahora, por lo tanto tenemos que trabajar mucho más al respecto.



CGR: Realmente lo más importante es eso que dice Jan, tanto los gobiernos como las ONG lo plantearon como un tema preocupante. Asistí a un evento organizado por Dinamarca, donde una mujer habló sobre los temas básicos, los asuntos que hemos venido planteando, como el ciberacoso, sobre los cuales hay mucha preocupación. También habló una ministra del Reino Unido. Dijo que la saña sexista y misógina hacia las mujeres que forman parte del gobierno es chocante, y que no constituye un problema porque la gente se queje de ello, sino porque las mujeres están siendo atacadas desde el sexismo y la misoginia. Esto ocurre independientemente del cargo en que se esté. Es claro entonces que al menos las mujeres que están en el gobierno reconocen este problema.



En las negociaciones en sí, el lenguaje que negociamos a través del gobierno de Filipinas fue muy bien recibido. Participé en todas las discusiones con ese lenguaje particular, todos dijeron que era fantástico, y Estados Unidos, Canadá, la Santa Sede, todos se pusieron a su favor. Les preocupaba en primer lugar que, si bien se admite que esto ocurre, la idea sigue siendo que es necesario regularlo… regularlo como a la pornografía infantil. Siento que es el momento de hacer un seguimiento de los hacedores de políticas y de los/as activistas. Muchas personas planteaban las mismas temáticas, pero también había un temor: no las planteemos en relación con la violencia contra las mujeres porque eso puede ir en contra de la libertad de expresión. El lado positivo es que hay un informe de un encuentro de especialistas que se incorpora a la agenda de antemano. Ese informe fue bueno al plantear algunos de los temas relativos a las TIC, y al decir que hay que tomar recaudos para no comprometer la libertad de expresión.



JM: Así es. Asistimos a una sesión sobre periodistas mujeres y redes sociales en la que se habló del papel de las redes sociales como algo positivo, por ejemplo en la revolución egipcia, o como el papel desempeñado por los guardaespaldas de Tahrir, por ejemplo. Entonces pregunté cómo es que la tecnología facilita algunas formas de violencia contra las mujeres, cómo las periodistas sienten estas violaciones como una manera de excluirlas del espacio público. Como respuesta, una mujer habló de la persecución a las mujeres como un nuevo tipo de síndrome, una táctica para excluir a las mujeres del espacio público. Y esto no es nuevo, es la repetición de las mismas tácticas que históricamente se han utilizado fuera de línea, simplemente ocurren en un espacio diferente. Habló acerca de colectivos de personas cuyo trabajo es difundir información falsa sobre mujeres con actividad pública que estén haciendo algo que se considere no aceptable. La táctica es escandalizar a las mujeres, denunciar sus cuentas de Facebook, etiquetar todos sus comentarios como perjudiciales. Habló de estas acciones como parte de una estrategia específica para arruinar la reputación de esas mujeres y así, excluirlas, y pienso que esto es bastante significativo. También habló de leyes sobre libertad de expresión y de la necesidad de involucrar a los movimientos por la libertad de expresión, para así asegurar cierto equilibrio. En nuestras actividades de defensa no sólo tenemos que hablar acerca de cómo se usa la tecnología en acciones de violencia contra las mujeres, sino también acerca de cómo puede utilizarse para responder a esa violencia.



SR: ¿Cómo pueden las/os defensores/as de los derechos de las mujeres utilizar el trabajo realizado en Nueva York para introducir cambios en sus ámbitos?



CGR: Lo principal es interactuar con los hacedores de políticas a nivel local. Por ejemplo, ya me han solicitado un taller sobre género y TIC en una dependencia gubernamental que involucra hacedores de políticas, no sólo los habituales sino también gente del sector TIC. Es así que para el mes de las mujeres, que en Filipinas es en marzo, me pidieron una presentación sobre las decisiones tomadas en la CSW, para un foro en el departamento que se ocupa de tema de tecnología, el Ministerio de TIC.



En segundo lugar, durante el encuentro conversamos con la decana de una universidad de mujeres. Esta decana es una feminista veterana, y dijo que si no ejercemos influencia ahora en las políticas, entonces las estudiantes, principalmente las mujeres y las muchachas, serían expulsadas. Esto se debe a que hay un enfoque muy moralista sobre estos temas, en vez de uno que apoye a las mujeres victimizadas. Me invitó a hablar con ellas, a ayudarlas a impulsar políticas, guías para los administradores escolares, y pienso que estas cosas son realmente prácticas para ayudar a las mujeres y las jóvenes que corren peligro. La decana dijo que este es un tema de mucha importancia en las escuelas y universidades, por lo que me involucraré con la comisión universitaria para la educación superior para ayudarlos a desarrollar estas ideas.



JM: Uno de los valores más importantes de la CSW es que es un lugar donde las personas pueden conocer a otras personas. Algunas ONG se centran en los encuentros paralelos porque allí se pueden construir relaciones que permitan llevar las cosas adelante. Si te fijas en las personas que conocimos y las conversaciones que mantuvimos, creo que surgen tres cosas. La primera, como dice Chat, es el tema de la misoginia como táctica para excluir a las mujeres del espacio público extendido, eso es muy claro. La segunda es hacer uso de los procedimientos especiales, como los relatores especiales, los Grupos de trabajo de la ONU, el CEDAW, procurando los mecanismos existentes que podamos usar para nuestras propias acciones de defensa. Así, planteamos esta problemática a las personas o instituciones cuya responsabilidad es plantear esta problemática a los gobiernos. Y esas instituciones pueden investigar si ven que, por ejemplo, las violaciones a la libertad de expresión son un tema, y a partir de sus investigaciones pueden presentar un informe ante las Naciones Unidas. Es un proceso muy influyente. Y finalmente, pienso específicamente en el CEDAW, porque es un espacio abierto que podemos usar tanto para hacer recomendaciones genéricas a los estados como para, en el corto plazo, hacer observaciones acerca del impacto y la intersección de la violencia contra las mujeres y las TIC.



Una cosa más que para mí fue significativa fue ver cómo nuestras actividades de defensa en otros ámbitos reaparecieron en la CSW. Por ejemplo, el vicepresidente del grupo de trabajo sobre discriminación en las leyes y en la vida pública, quien realizó un aporte en la sesión principal, incluyó un párrafo entero sobre tecnología y violencia contra las mujeres, y convocó a la CSW a tener en cuenta las tendencias en ese tema y a hacer que los estados emprendan acciones al respecto. Eso fue una respuesta a las actividades de APC en ese grupo de trabajo.



CGR: Podría parecer que después de dos semanas de duro trabajo y negociaciones todo lo que obtuvimos fue una oración sobre TIC y violencia contra las mujeres, entonces ¿de qué estamos hablando? Pero creo que hay que darse cuenta de que vamos a amar a muerte esa oración. La destacaremos y se la recordaremos a los gobiernos que pusieron su firma bajo esa oración. Para producir un cambio hay que establecer las conexiones directas entre las conclusiones acordadas y la situación en el terreno.



Imagen por UN Women

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