Los fundamentalismos religiosos preocupan al movimiento de mujeres porque en su esencia está mantener la subordinación de las mujeres a sus roles tradicionales y el control sobre su cuerpo. Tanto en el cristianismo, como en la religión musulmana y en otras expresiones religiosas orientales, el fundamentalismo sostiene una visión estrecha de la comunidad, impidiendo la apertura a nuevas corrientes de pensamiento y obligando al encierro de las mujeres a normas familiares y sociales estrictas.


El la sesión interactiva que se realizó en el Foro de AWID sobre “Desenmascarando los fundamentalismos religiosos: los derechos y las libertades de las mujeres y la resistencia”, mujeres de varios países y de distintas religiones coincidieron en que la religíón juega un doble papel al pretender influir políticamente sobre el estadoi, o cooptarlo y dominarlo en muchos casos, como también al manipular las creencias. De maneras sutiles o directas y por imposición, los fundamentalismos crean aversión al que no profesa la religión dominante, con la consecuente discriminación y aislamiento social, e imponen normas de vida privada y social que cohartan la libertad de las mujeres, incluso dentro de sus propias casas.


Para salvaguardar su vigencia, los fundamentalismos también manipulan el discurso social para que toda expresión de disidencia sea interpretada como contraria a la religión, con consecuencias que pueden ser graves para las personas o comunidades. Para las mujeres, oponerse a los fundamentalismos religiosos implica el doble desafío de buscar la realización de sus derechos en libertad y autonomía en un ambiente social y religioso que no favorece estas opciones y cuestionar las normas impuestas en base a preceptos que tergiversan las enseñanzas de los libros sagrados.


Tanto en el cristiamo, como el judaísmo y en la religión musulmanas, numerosas teólogas feministas han realizado relecturas de los textos sagrados para develar la verdad de las enseñanzas allí expresadas, que con el tiempo se han ido tiñiendo por la influencia de las tradiciones y de las culturas, vulnerando el derecho de las mujeres a ser consideradas con igualdad de derechos. Estas nuevas lecturas han permitido realizar planteos para cambiar normas y concepciones opresivas, por otras de respeto y libertad.


El camino es largo y encuentra escollos peligrosos. Las alianzas del Vaticano con grupos evangélicos y musulmanes fundamentalistas para impedir los avances de las mujeres en materia de salud sexual y reproductiva muestran con claridad que hay que enfrentar fuerzas opositoras importantes. Esto ya se vió claramente en la última sesión de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), en Nueva York en marzo, cuando no se pudo llegar a consensos sobre este tema en el marco de los derechos de las mujeresi rurales. Sin duda, la reunión de Cairo +20 que se aproxima, promete ser un campo de batalla donde el movimiento de mujeres tendrá que demostrar unidad y fortaleza para mantener firmes los avances y las propuestas.


Cuestionar el poder de las religiones sobre la vida y los cuerpos de las mujeres puede convertirse en una tarea riesgosa. Pero es bueno también que aquellas que viven en sociedades democráticas donde pueden hacerlo abiertamente, hagan uso de su creatidad y de su libertad de expresióni para crear conciencia, denunciar y poner en discusión aquellas cuestiones que los fundamentalismos religiosos quieren acallar o suprimir .


En este sentido, Católicas por el Derecho a Decidir de México creó una "serie de videos animados de corta duración":https://www.youtube.com/watch?v=HcX0Iv2zLm4 que, utilizando el humor, sirven para poner sobre el tapete aquellos temas sobre salud sexual y reproductiva en los que la Iglesia Católica sigue pretendiendo dominar los cuerpos y la libertad de las mujeres. Utilizar las tecnologías de la información y la comunicación de manera creativa y estratégica es una buena manera de difundir y generar consensos para cuestionar políticas fundamentalistas que deben ser erradicadas definitivamente.

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