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Hace 15 años, un grupo pequeño pero decidido de activistas por los derechos de las mujeres y las TIC luchaba para incluir a los medios y las TIC en la Cuarta Conferencia mundial sobre las mujeres de Beijing (1), de la ONU – dentro de las 12 áreas de interés clave de la Plataforma de acción (2).


El texto, que fue visionario en su momento, era de carácter obligatorio para todos los gobiernos y exigía el reconocimiento universal de los derechos de todas las mujeres a participar y “tener acceso a la expresión y la toma de decisiones en – y mediante - los medios y las nuevas tecnologías de la comunicación”.


Hace 10 años, armada con el “Capítulo J” (como se lo sigue llamando), una embrionaria red global de activistas de género y los derechos de las mujeres asumió el desafío de integrar esos derechos a la agenda general de la primera etapa de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI).


Desde el inicio del proceso, el grupo tuvo en cuenta del famoso peligro de quedar “enghetado” en un rincón “feminista”. Ese lugar que nadie más que ellas fue a visitar y que fue escuchado amablemente, pero permaneció ignorado.


Aunque no lo ignoraron estas activistas veteranas y pendencieras. Salieron a la luz y se autoinsertaron en todos los aspectos de la agenda. Trabajando con otros/as activistas de la sociedad civil, formaron parte de la ola de activismo para lograr que los derechos humanos, el desarrollo sustentable, la justicia social y la igualdad de género fueran centrales en cuestiones que van desde el acceso a la infraestructura hasta la propiedad intelectual, y de los derechos de las personas con capacidades diferentes hasta las TIC para el desarrollo, pasando por el acceso al conocimiento, la capacitación, la privacidad y la seguridad, y la diversidad cultural y linguística. Cuando sus discursos cayeron en saco roto, recurrieron a prácticas feministas probadas y comprobadas, alterando el espacio, exigiendo atención y llevando el mensaje literalmente estampado en el cuerpo – en realidad, en sus camisetas, como parte de una campaña fuerte, creativa y sorprendente (3). Aunque no tenemos estadísticas, podemos decir que las mujeres estuvieron bien representadas - sobre todo en la sociedad civil - en los paneles, sesiones, grupos de trabajo, comités de redacción y demás, y su impacto fue significativo, tanto en asuntos claves, como en cuestión de procedimientos.


La segunda fase de la CMSI fue mucho más problemática. El foco de la agenda era más puntual – financiación del desarrollo de internet y gobernanza de la red mundial –, lo que hizo que el proceso fuera mucho menos accesible o atractivo para muchas de las personas que habían participado en las redes que se habían desarrollado con tanta fuerza durante la primera fase. Esto fue especialmente conflictivo en cuanto a los debates sobre la gobernanza de internet, que estuvieron dominados por políticas de poder geopolítico, es decir, qué gobierno o gobiernos controlaban los “servidores raíz”, el “archivo raíz de zona” y la asignación de números de IP.


El predominio de este tema (por encima de todos los demás) y la incapacidad de los gobiernos de resolver el conflicto durante la CMSI llevó a la creación del Foro de Gobernanza de Internet (FGI). Pero también fue problemático el hecho de que la gobernanza de internet es mucho más – y que es paralela a todo el cuerpo de reglas, normas, políticas y prácticas que conforman y gobiernan el desarrollo, el uso y la evolución de internet.


Al cierre de la segunda fase de la CMSI en Túnez y el principio del FGI, habría que decir también que, salvo un grupo muy pequeño de mujeres que se sintieron cómodas con la reducida agenda de la gobernanza de internet, la participación y la representación de las mujeres era apenas una sombra de lo que se había visto durante la primera fase. ¿A qué se debió ese hecho?


Mi punto de vista es que la ofuscación de algunos de los temas claves sobre gobernanza de internet para las activistas por los derechos de las mujeres, sumada a la cultura del FGI (hombres de traje, jerga técnica, diálogos sin opositores en lugar de resultados orientados a la acción y demás), hicieron del foro un espacio incómodo para las activistas y se volvió casi imposible ver “el género” en la agenda de la gobernanza de internet.


Sin embargo, en los dos últimos años (sobre todo) del Foro de Gobernanza de Internet se vio – de nuevo – un grupo pequeño pero decidido de activistas de género y derechos de las mujeres que tienen cada vez mayor arraigo a ese entorno tan especial que es el FGI y encuentran puntos de intersección entre temas claves para su grupo y la agenda de gobernanza de internet.


Los temas que brindan la posibilidad de esas intersecciones son la violencia hacia las mujeres y las TIC, la protección de mujeres, niños y niñas, la regulación de contenidos, la censura y los derechos sexuales.


La Asociación para el Progreso de las Comunicaciones se ha dedicado a investigar, trabajar en red y realizar actividades de incidencia en esas áreas a través de tres iniciativas – “¡Dominemos la tecnología!” (4), ODM3 (5) - en busca de conexiones entre las TIC y la violencia hacia las mujeres, con el objetivo de erradicarla - y EROTICS (6) - un proyecto de investigación que analiza cómo los debates emergentes y la creciente práctica de regulación de los contenidos en línea impiden o facilitan las diversas maneras en que las mujeres usan internet y el impacto de esto en su expresión sexual, su salud y sus prácticas sexuales, y la afirmación de sus derechos sexuales.


Se realizaron varios talleres sobre esos temas en los cinco últimos foros. Ellos fueron la ocasión, para activistas mujeres de varios países, de compartir los resultados de sus investigaciones, expresar sus opiniones, dialogar y debatir con aliados/as y adversarios/as, y presentar recomendaciones dentro de lo que se considera un espacio importante de activismo global.


La energía que hubo en estos talleres del último FGI fue muy notoria. Sentada escuchando una sesión de informes de mujeres de Malasia, Uruguay, Líbano, Sudáfrica, Nueva Zelanda, India, Brasil, Pakistán y República Democrática de Congo (RDC), me di cuenta de que estaba escuchando a la próxima generación de activistas por los derechos de las mujeres, pronta para empezar a llevar una agenda de género al FGI.


Si bien en el pasado los y las activistas por los derechos de las mujeres tendieron a centrarse en asuntos directamente relacionados con su área de incidencia, este año las mujeres presentaron sus informes con gusto, entusiasmo, indignación y humor en sesiones que fueron desde “Cloud Computing' hasta “Acceso y juventud”, pasando por “Recursos críticos de internet” y “Trabajo en redes sociales”, así como informes sobre FGI nacionales y regionales – y revisaron la agenda de género en cada lugar en el que estuvieron. Su pasión a la hora de expresar emociones, reflexiones, evaluaciones y análisis fue evidente a través de los numerosos envíos a los blogs y la mayor nube de etiquetas (hashtags) de twitter del FGI (7).


Todavía queda mucho por hacer – las activistas por los derechos de las mujeres tienen que involucrarse en la creación de la agenda, en lugar de aceptar una pronta. La participación de mujeres en el FGI más allá de las fronteras sigue siendo bastante pobre y si bien la representación aumentó a 36% en Vilnius, casi no hay mujeres del mundo en desarrollo. Se podrían aprovechar mucho más los FGI nacionales y regionales – establecer conexiones con grupos locales por los derechos de las mujeres, incorporarlos a los procesos locales, mejorar la representación en paneles, talleres y en el Grupo asesor multisectorial. También se podría crear un espacio de foro más acogedor, utilizando formatos de diálogo y debate creativo, cambiando la cultura (¿quizá se podrían eliminar las corbatas?), e incrementar las oportunidades de participación de las mujeres en las diversas iniciativas de capacitación que existen, entre otras cosas.


Al leer la transcripción de la reunión final de la Coalición dinámica de género, tuve la sensación de que había una energía renovada, nuevo interés, deseo de revisar lo que ya existe, reagrupamiento y preparación para diseñar una nueva manera de hacer activismo de género en el FGI. Es cierto que a veces, con la adrenalina de un evento exitoso, nos excedemos y establecemos todo tipo de metas y objetivos poco realistas. Después volvemos a casa y no sucede nada.


Pero algo pasó con la energía de las activistas por los derechos de las mujeres en el FGI de este año y estoy deseosa de ver el desarrollo de una nueva agenda de género para el foro.

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