Esta prestigiosa capacitación en tecnologías de internet que lleva su décimo encuentro consecutivo convocó a más de 200 personas de toda latinoamérica y sus 7 talleres estuvieron coordinados por cerca de 20 destacados/as profesionales de cada área.


Llegué a Coro la calurosa noche del domingo 4 de noviembre. Ya en el aeropuerto de Las Piedras, luego de un corto vuelo desde Caracas en donde empezamos a conocernos y reconocernos con los/as participantes de los 7 diferentes talleres ofrecidos, fuimos recepcionados por una de las organizadoras de Fundatec, anfitrión de los talleres de este año, quien revisó las listas, nos orientó en los alojamientos y nos reservó lugar en el transporte hacia los hoteles.


Días antes habíamos terminado la gestión de inscripción y alojamiento con Indyra, encargada de la logística general del encuentro quien por cierto realizó un excelente trabajo personalizado, atendiendo a las necesidades de cada uno/a de los/as participantes. Muchas fueron las mujeres que trabajaron desde la organización local para que el encuentro se desarrollara con éxito.


No obstante y a pesar del importante número de mujeres en WALC - desde organizadoras a participantes - sólo uno de los tracks contó con mujeres como coordinadoras. Este track fue el Nº 3, en el cual participé, sobre “Producción de contenidos en Proyectos de TICs para el Desarrollo”, track por cierto con menor orientación técnica y mayor orientación comunicativa. También fue el taller con mayor asistencia de mujeres (casi un 50% del cupo), mientras que en otros tracks la mayoría absoluta era de hombres.


La mayor parte de las mujeres participantes del taller 3 provenían de las “ciencias duras”, es decir, eran profesionales relacionadas a ingeniería, sistemas, analistas, etcétera. Eramos apenas 5 las mujeres que teníamos una formación orientada hacia lo comunicacional (periodistas, comunicadoras, redactoras) y no encontramos dentro del taller ningún hombre con dicha orientación. Sin estadísticas concretas, podría concluir que la mayoría de los participantes y coordinadores de WALC eran hombres y técnicos; en cambio, en una proporción menor se trató de mujeres con la mencionada formación y, en una porción aún menor, mujeres comunicadoras.


Creo que esto responde, por un lado, a la indiscutida orientación técnica de WALC y, por otro, a que pareciera que las orientaciones técnicas siguen siendo patrimonio exclusivo de los varones. Sin dudas, uno de los mayores desafíos a la hora de las capacitaciones técnicas sigue siendo la poca participación de mujeres de estas características.


Dada la prestigiosa trayectoria de WALC y la enorme convocatoria que tiene cada año, creo que es un ámbito más que propicio para analizar y evaluar la participación de mujeres en el mismo. Para esto, sería necesaria la transversalidad de género en todas las capacitaciones técnicas que se llevan adelante, quizás predeterminando un cupo femenino en las mismas; pero más allá de los números, sobre todo haciendo hincapié en contenidos inclusivos que supongan el análisis y la capacitación con perspectiva de género, lo que implica abordar la cuestión de la apropiación y uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC) como herramientas para el desarrollo y la igualdad de género. Porque las mujeres necesitamos no sólo ser usuarias de las tecnologías sino también productoras de las mismas, colaborando en el desarrollo y en la toma de decisiones. Y WALC es una excelente instancia de capacitación para que esto suceda.


La transversalidad de género en talleres como WALC permitirá obtener una mayor información sobre la participación de las mujeres en estos ámbitos, una aproximación estadística de quiénes son y qué están haciendo las mujeres técnicas y cómo es recibido su trabajo y sus capacidades en un ámbito de predominio masculino. Para esto, son necesarios contenidos y profesionales con perspectiva de género, cuya experiencia sea puesta al servicio no sólo del desarrollo humano en general sino también del empoderamiento de los sectores menos beneficiados, especialmente las mujeres. En este sentido, creo necesario recalcar el apoyo de PARM, que posibilita económicamente que mujeres de Latinoamérica también puedan acceder a este tipo de capacitaciones, potenciando así el trabajo de mujeres en el uso y desarrollo de tecnologías.


Maria Victoria Escobar

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