Abstract srawing with people and buildings

 

Esta es la segunda parte de un artículo en dos entregas. Ver la primera parte aquí.

LOS EFECTOS DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN RED PARA LAS MUJERES EN DIFERENTES PLANOS

Tal vez la evidencia más sorprendente de estos cambios hacia lo ciberfísico se observa en la existencia y el crecimiento del sector Femtech (tecnología supuestamente creada por y para mujeres). Veamos algunos ejemplos. Lioness es un vibrador diseñado específicamente para ayudarte a “aprender sobre tu cuerpo” enviando datos sobre tus respuestas sexuales (orgasmos vaginales, principalmente) a una aplicación (o sea, a un montón de terceras personas). Otro ejemplo es MyFLO, una aplicación sobre el ciclo menstrual que tiene la opción de mandar información a tu pareja amorosa sobre lo que te gustaría, dependiendo de la etapa en la que estés de tu ciclo menstrual. Ojo, no es solamente la pareja la que recibe esta información, sino también la empresa que te vendió el juguetito o el proveedor de la aplicación.1 No es difícil imaginar los problemas que pueden surgir con productos como estos. Y estos son solo dos ejemplos de tecnologías hechas “por y para mujeres”, ¡imagínate! Podemos seguir citando un sinfín de ejemplos preocupantes, pero la realidad es que estas tecnologías ya existen y que, con el tiempo, van a seguir proliferando y profundizando su alcance.

Otro ejemplo del sexismo inherente y del peligro que representan estas nuevas tecnologías “inteligentes”, se evidencia en un reciente reporte publicado por la UNESCO sobre asistentes virtuales que, de acuerdo con su conclusión, “refuerzan el estereotipo de que las mujeres son 'ayudantes dóciles y dispuestas a agradar”.2 Otro grave problema relacionado con estos asistentes virtuales es el de tener una especie de espía corporativo dentro de tu casa mandando flujos de información personal e íntima a los servidores de Amazon y Google, escuchando todo a tu alrededor, procesándolo según los algoritmos de mercado y control de estas empresas, y posibilitando asociar tus comentarios con tu ubicación, tus búsquedas en internet y toda una serie de relaciones de datos que pueden general nuevas vulnerabilidades. Google cuenta con varias denuncias por acoso sexual por parte de sus empleadas mujeres. Atrás de la voz calmante y dócil de una mujer virtual están hombres blancos que lideran empresas digitales de las más poderosas del mundo, cosechando, desde dentro de nuestras casas, datos personales e íntimos.

Atrás de la voz calmante y dócil de una mujer virtual están hombres blancos que lideran empresas digitales de las más poderosas del mundo, cosechando, desde dentro de nuestras casas, datos personales e íntimos.

Si extendemos la mirada desde el cuerpo hacia la geopolítica, también podemos observar como el 5G se ha posicionado como un elemento de la guerra comercial y cibernética entre China y Occidente. Como perspectiva de análisis de esta situación, es útil partir del cuestionamiento fundamental que realiza la académica Cynthia Enloe sobre cómo las masculinidades y feminidades se experimentan en la política internacional y la forma en que la gente con poder trata de moldear a la política internacional según estas perspectivas.3 En este caso, es claro que el conflicto se da de manera masculinizada y se desenvuelve de forma similar a los discursos beligerantes de la guerra tradicional en los cuales la fuerza militar (o en este caso tecnológica) y la capacidad de un estado se asocian con su grado de masculinidad.

Mientras los hombres se amenazan y pavonean en el escenario internacional, ¿qué hacen las mujeres?, ¿dónde realmente están ellas dentro de esta guerra fría tecnológica? Una respuesta es que las mujeres son el ejército de mano de obra abaratada e invisibilizada que se utiliza para construir los componentes electrónicos en las maquiladoras y sacar los minerales de la tierra. Para dar un ejemplo bien documentado, aproximadamente el 80% de los trabajadores de la industria electrónica en Vietnam son mujeres. Además, estas mujeres se encuentran trabajando en el escalón más bajo: las líneas de montaje. En entrevistas con 45 mujeres en un fabrica de Samsung en Vietnam, las trabajadoras informaron que:

“[…] las condiciones de trabajo agotadoras incluyen turnos diurnos y nocturnos alternados por períodos de cuatro días; estar de pie durante todo el turno de nueve a doce horas y altos niveles de ruido que exceden regularmente los límites legales vietnamitas. Las trabajadoras embarazadas permanecen de pie durante todo el turno, pero se les permite tomar descansos. Sin embargo, la mayoría de ellas tratan de no tomar descansos porque si Samsung piensa que están tomando demasiado tiempo libre, la compañía deduce dinero de sus salarios. El tiempo está controlado hasta tal punto que las trabajadoras tienen que solicitar "tarjetas de baño" para poder ir al baño y así maximizar el tiempo en la línea de producción […] Las trabajadoras en este estudio reportaron una variedad de impactos en la salud. Las 45 mujeres reportaron desmayo o mareos en el trabajo - aunque se describió como una consecuencia "normal" de trabajo por turnos. El aborto espontáneo fue reportado como "muy normal si son jóvenes". Otros problemas reportados incluyen daños en la vista, hemorragias nasales, "piernas grandes", cambios en el aspecto físico y dolores en los ojos, el estómago, los huesos y las articulaciones.”4

También la extracción de los minerales necesarios para fabricar dispositivos electrónicos es un trabajo mal pagado y peligroso ejecutado por mujeres, sobre todo, mujeres africanas.5 La hiperconectividad se dimensiona sobre el despliegue de miles de millones más de dispositivos electrónicos de los que existen en la actualidad. La red 5G, por especificaciones técnicas, debería ser capaz de soportar mil dispositivos por metro cuadrado. Alguien va a tener que sacar los minerales para estos dispositivos y otra persona tendrá que ensamblarlos, y es casi seguro que estos trabajos seguirán siendo peligrosos, mal pagados y mayoritariamente hechos por mujeres e infantes. En otras palabras, los excesos que beneficiarán a las empresas de telecomunicaciones y digitales se construyen sobre la explotación de las mujeres.

Mientras los hombres se amenazan y pavonean en el escenario internacional, ¿qué hacen las mujeres?, ¿dónde realmente están ellas dentro de esta guerra fría tecnológica? Una respuesta es que las mujeres son el ejército de mano de obra abaratada e invisibilizada que se utiliza para construir los componentes electrónicos en las maquiladoras y sacar los minerales de la tierra.

Como vemos, estamos frente a unas tecnologías digitales que, por una parte, se sostienen sobre el control de los cuerpos y la precarización de la vida de las mujeres que hacen los trabajos esenciales para su producción y, por otro lado, sobre la devoción individualista por el acceso a la comodidad y la consecuente romantización de la relación con la misma tecnología. Ejemplo de esto es la narrativa de marketing que acompaña a las tecnologías como el vibrador de Lioness, la aplicación MyFlo o la copa menstrual Looncup con un sistema de rastreo de los datos generados a partir del ciclo menstrual. Todas estas tecnologías nos ofrecen la ilusión de facilitar y empoderar la vida de las mujeres. Pero no hacen otra cosa que fortalecer prácticas de consumo individualistas a costa de despojarnos de las capacidades de autoconocimiento y autodeterminación sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, que son la herencia del conocimiento ancestral y comunal.

¿Qué hacemos para tomar conciencia sobre estos nuevos fenómenos?

Como comentamos en la primera parte del artículo, estamos planteando dos enfoques conceptuales para abordar estos temas: psicosocial y feminista.

El enfoque psicosocial aporta al fortelecimiento de los sujetos sociales en contextos de violencia sociopolitica; en este caso, la vigilancia y manipulacion masiva a traves de las tecnologías de red. El enfoque psicosocial nos permite entender que las tecnologías digitales generan daños reales que no sólo tienen consecuencias a nivel personal sino también a nivel colectivo y ambiental. Un aspecto fundamental del enfoque psicosocial es que no sólo se centra en identificar y valorar los impactos de estas tecnolgías, sino que también busca identificar los mecanismos de afrontamiento que empleamos en el plano individual, colectivo y social.6 Resulta interesante, importante y urgente comprender los mecanismos mercadotécnicos que utilizan las empresas para introducir estas tecnologías en las vidas de las personas. Los argumentos científicos y la racionalidad positivista juegan un papel fundamental en la proliferación y legitimación de las tecnologías digitales. Por lo tanto, para poder tomar conciencia de estos fenómenos, resulta fundamental desmontar estos mecanismos de normalización y visibilizar sus impactos. Es decir, introducir un enfoque psicosocial al análisis de estos fenómenos que nos ayude a comprender cómo los mecanismos de normalización estan directamente vinculados a las dinámicas de poder dentro de la sociedad.

Un aspecto fundamental del enfoque psicosocial es que no sólo se centra en identificar y valorar los impactos de estas tecnolgías, sino que también busca identificar los mecanismos de afrontamiento que empleamos en el plano individual, colectivo y social.

El pensamiento feminista es otra herramienta fundamental para entender cómo hacer frente a la nueva ola de sobre-conectividad y para comprender cómo esta va a penetrar y transformar nuestras vidas, desde lo más mundano, hasta lo mas íntimo.

El feminismo ya ha volteado la mirada hacia el plano digital y cuenta con las herramientas teóricas necesarias para enfrentar problemáticas actuales y futuras, como lo son la vigilancia masiva e individualizada, el control sobre los cuerpos y el territorio y las violencias de género en línea, entre otras. El feminismo también cuestiona constantemente las estructuras hegemónicas, una tarea necesaria frente a la  homogeneización de los sentidos que nos imponen las tecnologías digitales. Un excelente ejemplo del aporte del feminismo en este sentido, por nombrar solamente uno, es que, desde 2014, un grupo de casi 100 activistas empezaron a elaborar los Principios feministas para internet(link is external), que toman en cuenta nuevas realidades y contextos para redibujar el entorno digital.

Sin duda, el futuro que propone la industria de las telecomunicaciones es preocupante por el nivel de control social que implicaría sobre los cuerpos y mentes, especialmente de las mujeres. Además, para que este futuro pueda materializarse, millones de mujeres, sobre todo en el sur global, serán explotadas físicamente. Todo esto sin hablar de los costos ambientales de construir y mantener esta industria. En nuestra opinión, necesitamos profundizar el diálogo entre activistas de derechos digitales y feministas para elaborar propuestas conjuntas, poniendo en el centro la voz de las personas afectadas para construir una alternativa sustentable y justa a largo plazo, que tome en cuenta a todas las diversidades.

Es tiempo de cuestionarnos nuestra relación con las tecnologías digitales diseñadas para llenar de sentido las estructuras mentales implícitas en la expresión “machín to machín”, porque estamos fomentando prácticas destructivas basadas en el capitalismo extractivista y heteropatriarcal. Necesitamos erradicar los micromachismos de nuestras comunidades tecnológicas y pensar desde las necesidades comunitarias y no desde las individuales. Necesitamos tecnologías que no privilegien la comodidad del ser humano por sobre el medioambiente y las diversas especies. Unas tecnologías que no sacrifiquen la vida de algunas mujeres para el disfrute de privilegios de quienes tienen acceso a ellas como bienes de consumo. Necesitamos soñar y diseñar unas tecnologías del futuro, unas que no sean opresivas de otras formas de vida. Atrevámonos a pensar desde la lógica de la vida comunitaria las tecnologías que nos permitan ejercer la libertad de defendernos, protegernos y avanzar de forma colectiva.

Atrevámonos a pensar desde la lógica de la vida comunitaria las tecnologías que nos permitan ejercer la libertad de defendernos, protegernos y avanzar de forma colectiva.

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