La coalición Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico (MAMPR) tiene un blog y varias cuentas en distintas redes sociales, y un grupo electrónico de correos, interno y cerrado, en el que participan unas cien personas entre afiliadas formal y no-formalmente a la coalición. La lista de correo es el foco de esta investigación, ya que desde su fundación en 2009 se ha convertido en un espacio vital de comunicación de la coalición.



Los hallazgos de la investigación arrojan que las integrantes de la coalición utilizan mayormente el grupo electrónico para crear consenso, tomar decisiones, intercambiar información, compartir ideas, crear y ampliar redes y contactos locales y transnacionales, diseñar estrategias, planificar acciones y debatir.



El énfasis de este artículo es explorar qué están haciendo los movimientos feministas en Puerto Rico con las tecnologías de información y comunicación (TIC), con atención a las oportunidades y los desafíos. Por ende, incide sobre el tema de la construcción de autonomía a través de las comunicaciones y la información y las relaciones de poder que allí se negocian. Podrán ver que surgen similitudes, y diferencias, con otros movimientos feministas de la región.



EL MAMPR es una coalición de organizaciones feministas y de mujeres en su carácter individual. Comprende unas 20 organizaciones y más de 30 integrantes individuales. Es una coalición de base, horizontal, sin una estructura jerárquica, ni presupuesto u oficinas físicas. El MAMPR se moviliza alrededor de una amplia gama de temas feministas, entre ellos la violencia contra las mujeres, los derechos de la comunidad gay, lésbica y transexual, los y las estudiantes, los y las inmigrantes, los y las trabajadoras, sobre temas de exclusión social y racial, y contra la violencia institucional, entre otros.



Para esta investigación se entrevistó a representantes de la veintena de organizaciones que forman parte del MAMPR. La literatura feminista sobre comunicación y género ha encontrado que las mujeres están mal representadas, invisibilizadas, y que carecen de acceso a los medios de comunicación en sus contextos específicos (1). Esto ha contribuido a que las mujeres y otros grupos subrepresentados, creen sus propios medios de comunicación (2). En Puerto Rico, hay una rica y larga historia que se remonta al siglo 19 a las líderes sindicales, feministas reformistas y sufragistas, la creación de medios alternativos, como revistas especializadas, periódicos y folletos, para tener un espacio con el fin de representarse a sí mismas en su propios términos y expresar sus preocupaciones (3).



Interesantemente, feministas en Puerto Rico también han tenido acceso a los medios de comunicación comerciales, debido a un contexto histórico específico de una estrecha relación entre feministas y periodistas. En Puerto Rico, líderes feministas en los 60 y 70 eran también periodistas de los más importantes medios de comunicación del país.



Cinco temas fundamentales recorren la literatura sobre medios alternativos, mujeres y medios de comunicación, y mujeres e internet y TIC (1): los medios alternativos son un espacio donde los grupos pueden representarse a sí mismos (2), los medios alternativos facilitan la participación en la esfera pública cuando se ha sido excluido por los medios de comunicación (3), los grupos que crean los medios de comunicación alternativos están generalmente organizados de forma horizontal y no jerárquica (4), una retórica utópica o fatalista de Internet como un espacio que permite o no la multiplicidad de voces (5) e internet como espacio y herramienta con el potencial de transformar y redistribuir las relaciones desiguales de poder.



Un concepto muy importante es el de “contra-esferas públicas subalternas” de la teórica feminista estadounidense Nancy Fraser. Usando historiografías revisionistas que han registrado cómo grupos marginales, como las mujeres, los y las trabajadoras, las personas afrodescendientes, inmigrantes y homosexuales y lesbianas han creado esferas públicas alternativas, Fraser propone el concepto de contra-esferas públicas subalternas para señalar como “arenas discursivas paralelas donde miembros de grupos sociales subordinados inventan y circulan contradiscursos y formulan interpretaciones oposicionales de sus identidades, intereses y necesidades” (4) . A modo de ejemplo menciona proyectos alternativos feministas, como librerías, revistas, redes de vídeo, programas académicos de estudios de las mujeres y género, y festivales de comunicación alternativos. A través de estos contra-públicos, las feministas han introducido temas como “violencia doméstica”, “acoso sexual” y “la doble jornada” en la esfera pública oficial. Hoy día vemos cómo se expanden estas contra-esferas públicas con internet.



Aunque los movimientos sociales han estado utilizando los medios de comunicación durante mucho tiempo para participar en los debates públicos, el teórico catalán de las comunicaciones e internet Manuel Castells considera que para los nuevos movimientos sociales “Internet es la plataforma esencial para el debate, el medio ideal para impactar las mentes de las personas, y en última instancia sirve como su arma política más poderosa” (5). Castells prevé la posibilidad de que los movimientos sociales usen internet tanto horizontalmente, como para insertar sus mensajes en los medios comerciales de comunicación. Esto es muy importante, las TIC permiten comunicación horizontal de redes, y vertical, hacia el estado, las corporaciones (6).



Cada vez más, internet está jugando un papel significativo en el análisis del discurso público y la esfera pública (7). Muchos movimientos sociales están utilizándola para crear y ampliar redes locales, regionales y transnacionales, para la comunicación, el intercambio de información, las acciones de coordinación, la creación de alianzas locales y transnacionales, y para participar en la esfera pública oficial en algunos contextos. A pesar de que la importancia de internet en la Primavera Árabe del 2011 ha sido debatida y cuestionada, es innegable que desempeñó un papel importante en las protestas en algunos de los países (8). Castells afirma que la aparición de la autocomunicación masiva, a través de SMS, blogs, podcasts, wikis y redes sociales “ofrecen un medio extraordinario para los movimientos sociales y los individuos rebeldes para construir su autonomía y hacer frente a las instituciones de la sociedad en sus propios términos y alrededor de sus propios proyectos” (9). Hay una larga historia de los medios de comunicación comunitarios en el mundo, especialmente en América Latina, donde ha florecido principalmente la radio comunitaria, la TV de guerrilla, vídeo y producción (10).



Estudiosas feministas de la comunicación han argumentado que internet puede tener el potencial de proporcionar un espacio más democrático, abierto y participativo para las mujeres y las cuestiones de género (11). Es precisamente el aspecto de red de internet lo que la ha convertido en un medio importante para muchos movimientos sociales. Pero a pesar del potencial de internet para la creación de redes, el intercambio de información, la comunicación transnacional, y el desafío a la autoridad de los medios de comunicación comerciales, y en algunos contextos el estado, hay que considerar la desigualdad en torno a ejes de clase, edad, destreza, nacionalidad, y también la explotación, la violencia y las persistentes relaciones desiguales de poder (12) que no desaparecen en las redes digitales, sino que en muchas ocasiones se reproducen. Estudiosas feministas también muestran cautela ante el potencial democrático de internet; su uso no necesariamente democratiza nada, su capacidad de democratización está en manos de sus usuarias y de una serie de factores y condiciones estructurales (13).



Otro tema crucial es la posibilidad de que el gobierno y las corporaciones vigilen y extraigan datos privados de los y las usuarias. Activistas por ejemplo, debaten constantemente sobre si las corporaciones como Microsoft, Google, Yahoo y Facebook, sólo para nombrar algunas, y el software propietario, deben proporcionar y sostener los servicios y plataformas utilizadas por organizaciones de base y activistas radicales. El otro lado de la presunta democratización de la información a través de las TIC es la vulnerabilidad de los datos de las personas y la privacidad, vulnerables al control del estado y de las corporaciones, como bien hemos visto recientemente en las noticias.



Volviendo ahora a Puerto Rico y el MAMPR: la mayoría de las participantes de la presente investigación sostuvo que internet ha sido una herramienta fundamental de comunicación interna, para la creación de redes, diseño de estrategias, distribuir tareas, para crear consenso, y como fuente de información. Las respuestas indican que el uso del MAMPR del grupo electrónico es un espacio que permite algún tipo de auto-representación, participación e inclusión. Muchas participantes argumentaron, sin embargo, que las reuniones cara a cara siguen siendo cruciales para el movimiento feminista. Los debates más “difíciles” y más confidenciales se discuten en las reuniones y los encuentros.



El tema de la exclusión surgió repetidamente en las entrevistas: la exclusión de internet en general, y de la lista de distribución del MAMPR en particular. Aunque algunas participantes creen que internet ha proporcionado un espacio muy necesario para los grupos tradicionalmente marginados, muchas entienden que internet también excluye en términos de acceso, edad, conocimientos de informática (destrezas), y tiempo (muchas simplemente sienten que no tienen el tiempo para participar de las conversaciones digitales). Hay una sensación general de que las reuniones cara a cara siguen siendo más democráticas e inclusivas y que los métodos tradicionales de movilización y comunicación deben converger con las estrategias digitales. Las protestas en la calle, las marchas y las manifestaciones siguen siendo el espacio principal de denuncia y trabajo activista para esta coalición en Puerto Rico.



El movimiento feminista en Puerto Rico, específicamente las organizaciones del MAMPR, está utilizando internet de diversas maneras con el fin de avanzar una agenda feminista. La urgencia y la inmediatez de las comunicaciones de internet sin duda ha facilitado la discusión y difusión de temas cruciales para el movimiento. Para el MAMPR la lista de correo es un espacio de comunicación alternativa ya que proporciona un escenario para la auto-representación y los contra-discursos, es horizontal, no es comercial, independiente del estado y el mercado (si es que esto puede existir), y orientado a la comunidad (la comunidad feminista). También sirve como una herramienta importante para participar en el debate público por las conversaciones que allí se tienen.



Los usos del MAMPR de internet son multidimensionales e híbridos. Sus prácticas digitales cruzan fronteras tradicionales de la comunicación, entre lo alternativo y lo no-alternativo. Esta combinación desafía definiciones tradicionales, estáticas que generalmente sólo sirven para suprimir manifestaciones creativas, transgresivas e innovadoras. Esta investigación presenta un caso interesante sobre género y medios de comunicación porque el MAMPR, a través de diversas estrategias digitales y no-digitales, ha podido crear su propio espacio comunicativo y también participar en el discurso público oficial en Puerto Rico. Pero es importante señalar que este éxito no se produjo de la nada. Estos logros deben situarse en el contexto de la larga y fructífera relación entre el periodismo y el feminismo en Puerto Rico.



A modo de conclusión, hay varios asuntos sobre los que podemos reflexionar cuando analizamos los movimientos sociales feministas y las TIC, que también son recomendaciones: Primero, pensar en los poderes y los contra-poderes (estados y corporaciones/sociedad civil), o los intra-poderes, esa combinación de poderes que se da en las redes digitales. En esta sociedad cada vez más mediatizada muchas relaciones de poder se negocian en este espacio de los medios y la tecnología: ¿cómo las TIC reproducen las relaciones desiguales de poder? ¿cómo facilitan relaciones más democráticas y equitativas? ¿qué tipos de poderes y contra-poderes estamos manejando y en cuáles participamos?



Segundo, y ligado a lo anterior, pensar en posibilidades de emancipación a través de las distintas brechas, tanto internamente en el movimiento como en nuestro trabajo con las comunidades, a la vez que mantenemos un ojo crítico, una cultura crítica ante el uso de estas herramientas. ¿Qué plataformas estamos usando y por qué? ¿Cómo protegemos nuestros datos? ¿Cómo y para qué la usan actores del estado e institucionales? ¿Actores del mercado? ¿Qué tipos de exclusiones se están dando?



Tercero, pensar en las TIC como herramienta pero también como espacio, esta distinción es fundamental. Esto se refiere a un espacio de comunicación con todas las oportunidades y retos que esto implica más allá de la visión instrumentalista de la tecnología. Y, por último, comenzar a desmantelar el binario digital/no-digital, pensar en la calle y en la internet, cada una parte de la sociedad de la información y el conocimiento, lo “real” no es necesariamente “tangible”.



Finalmente, como feministas debemos preguntarnos: ¿Cómo las TIC pueden ayudar a, por una parte, construir estas contra-esferas públicas y expandir los espacios de comunicación, y, por otra, intervenir en el discurso y la esfera pública oficial, sostenida por el estado y los medios de comunicación masivos? ¿Cómo amplían las oportunidades de las mujeres? ¿Cómo inhiben otras oportunidades? Cuando hablamos de mujeres, ¿de qué mujeres estamos hablando?



Sin duda, son muchos los retos y los desafíos, pero también las oportunidades.



Firuzeh Shokooh Valle

Firuzeh es una periodista e investigadora de Puerto Rico que trabaja el tema de género y tecnología en América Latina y el Caribe. También es editora de español del medio independiente Global Voices.

(1) Byerly 2012

(2) Chambers, Steiner y Fleming 2004

(3) Valle Ferrer 2006, Crespo Kebler y Rivera Lassén 2001; Valle Ferrer 1990; Dueñas Guzmán 1993; Bauzá 1987

(4) Fraser 1992, p. 123

(5) Castells 2007, p. 250

(6) Castells 2009

(7) Papacharassi 2010, 2002

(8) Castells 2012; Tufecki y Wilson 2012; Lynch 2011

(9) Castells 2007, p. 249

(10) Allan y Thorsen 2009 ; Riaño 1994 ; Rodríguez 2001; Martín- Barbero 1987

(11) Byerly 2012; Youngs 2004, Harcourt 1999

(12) Choi et al 2006; Atton 2004

(13) Friedman 2005

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