Hace 20 años, casi la mitad de las aulas universitarias estaban ocupadas por mujeres, pero esa participación cae desde entonces de modo constante, lamentó Claudia Bauzer Medeiros, presidenta de la SBC y profesora de la Universidad de Campinas (Unicamp), ubicada a 100 kilómetros de Sao Paulo.


Sólo 3.049 de las 13.606 graduaciones en Ciencia e Ingeniería de Computación en Brasil en 2004 correspondieron a mujeres, lo cual equivale a 22,4 por ciento, según datos del Ministerio de Educación.


En los cursos de posgrado en esa área las mujeres aún representan 30 por ciento del profesorado, pero se trata de una herencia del período anterior, que no puede mantenerse, señaló Bauzer al periódico Jornal da Unicamp en diciembre, luego de recibir el premio del estadounidense Instituto Anita Borg y de la Sociedad Americana de Computación, por su contribución a la ciencia y a la inserción femenina en ese campo.


La tendencia es corroborada por Clevi Rapkiewicz, profesora de la Universidad Estadual del Norte Fluminense (UENF), recordando que en Francia, donde residió en 1986, destacaban entonces la importante cantidad de brasileñas que cursaban informática. La UENF queda en Campos, ubicada 280 kilómetros al norte de Río de Janeiro.


Es que esos cursos, en Brasil, nacieron asociados a la matemática y no a la ingeniería como en Francia, explicó a IPS. Ingeniería, "por tradición", es encarada como más masculina y la tendencia de asociar la computación a este campo de las tecnologías coincidió con el alejamiento de las mujeres.


En la Universidad Federal Tecnológica de Paraná (UFTPR), un estado meridional de Brasil, "ninguna mujer entró al curso de informática", en lo que fue la culminación de una reducción que también se alimentó de renuncias, comentó Marilia de Carvalho, antropóloga social y profesora de esa institución.


En otras áreas de ingeniería también ellas son minoría, especialmente en mecánica, aunque aumenta su presencia "muy lentamente" a razón de cinco por ciento en 10 años en la UFTPR.


"No es una cuestión biológica, sino cultural", sostuvo Carvalho ante la consulta de IPS. El proceso de socialización acerca a los varones a las profesiones técnicas, mientras que las jóvenes mujeres se alinean en "áreas de relaciones interpersonales y de servicios", como la atención de salud, a la educación o la ecología, apuntó.


Otra causa, también señalada por Bauzer, es la agresiva competencia laboral en el sector informática, cuyo ambiente "es de mucha hostilidad, dificultando la inserción femenina", acotó Carvalho. "Muchas decisiones, por ejemplo, se toman fuera del trabajo, en encuentros a los que ellas no son invitadas, hay una discriminación imperceptible", lamentó.


En consecuencia, muchas mujeres prefieren la cátedra al trabajo en empresas. "En la academia la competencia es también fuerte, pero con reglas distintas, no hay diferencias salariales, por lo menos en las universidades públicas", explicó.


Rapkiewicz, con doctorado en Ingeniería de Sistemas y Computación, pasó a la universidad después de varios años en empresas, "para mejorar la calidad de vida", como tener horarios más adecuados, y no por la competencia agresiva.


Las disputas por un puesto en el mercado de trabajo son menos intensas en computación, ya que en Brasil falta mano de obra calificada, observó.


Lo que sí puede ser aguda es la "disputa interna", en las empresas, por cargos de jefatura, especialmente porque computación, más que en otras áreas, representa poder, puede ser determinante para los negocios, y los hombres, según su opinión, "tienen más sed de poder".


Con la menor presencia de mujeres pierden la sociedad y las empresas. "En cualquier área donde predomina un sexo tiende a estereotipar características y valores de ese sexo", sostuvo Rapkiewicz.


"Sin diversidad, sea de género, etnia, generación o ideología se pierde calidad y creatividad, pues la homogeneidad significa menos discusión, menos cuestionamientos" y "toda unanimidad es tonta, dijo un importante dramaturgo brasileño", opinó.


"Un mayor equilibrio de género puede llevar probablemente a la investigación y al desarrollo tecnológico a caminos distintos", acotó. "¿Cuántas científicas están vinculadas a la construcción de la bomba nuclear?", preguntó a modo de ejemplo.


Ampliar la participación femenina en la computación es importante y una de las vías es discutir en los cursos de ingeniería la cuestión de género, ignorada incluso por los profesores, propone Carvalho.


En sus clases sobre el tema, los alumnos "reaccionan inicialmente con ironías, pero luego escuchan y muchos modifican sus actitudes al comprender que la discriminación es una construcción social", informó.


En el mismo campo de la computación, hay una "división de trabajo", con los hombres más dedicados a los equipos y los negocios, mientras las mujeres se concentran en el software, concluyó.


Estudios de la india Swasti Mitter, experta en nuevas tecnologías y su relación de género, señala que los varones se orientan al hardware, "a construir la computadora", mientras que las mujeres se preocupan más en sus usos, en la computación como "actividad", destacó Rapkiewicz. (FIN/2007)


Todos los derechos reservados, IPS Inter Press Service , 2007

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