Aproximadamente 250 millones de latinoamericanas y latinoamericanos mayores de 15 años no accede ni es usuaria o usuario de internet regularmente, señala Hernán Galperín (2016), economista y académico de la Universidad de Annenberg (USC) en su reciente informe “How to connect the other half” (Cómo conectar a la otra mitad) encargado para la Global Commission on Internet Governance.



Según este informe, son las personas que siguen en la pobreza, las mujeres (aunque hay países con evidencia en que la brecha digital de género disminuye al considerar la edad), las personas y familias que viven en zonas rurales o en zonas con menos densidad de población o zonas aisladas. Es importante señalar para tener un panorama general de la situación que en muchos países de la región latinoamericana, los datos no están sistematizados ni desagregados por variables como género, edad, situación socioeconómica y menos por indicadores que tomen en cuenta la diversidad de pueblos originarios.



Cada vez que escuchamos en foros nacionales o internacionales sobre el futuro de Internet, parece que la “brecha digital de acceso” ya no es un problema ni un tema de agenda de política pública de gobiernos o en los debates. Menos aún en las discusiones sobre brechas de género digital o políticas de género. Pareciera que los cuestionamientos en relación al acceso a las tecnologías de información y comunicación – TIC se resuelven en la medida en que el discurso insiste en que las generaciones de menos edad (las generaciones millenials) van reduciendo lo que hace una década preocupaba.



En el Foro de Gobernanza de Internet de América Latina y el Caribe LACIGF9 realizado en San José de Costa Rica el 2016, uno de los paneles permitió constatar que el debate y la conversación no están para nada cerrados. La preocupación y las decisiones sobre el “acceso” tienen que considerar la doble cara de un proceso que tiene que ver tanto con lo cuantitativo (cuántas/cuantos) como con lo cualitativo- simbólico-cultural (quiénes acceden, a qué conectividad y a qué servicios o contenidos en Internet, para qué, por qué, etc.).



Si desarrolláramos un ejercicio de perfil de usuarios de internet en nuestros países, en relación a quienes quedan fuera, el resultado sería la imagen de una mujer que no ha tenido acceso a completar su educación, ni a un trabajo remunerado estable y seguro, una mujer mayor, que vive en zonas donde es geográficamente complejo garantizar la cobertura con la infraestructura de telecomunicaciones.



Los datos: qué mujeres están conectadas y acceden a internet y a las TIC



La XII Conferencia Regional de la Mujer para América Latina y el Caribe, organizada por la CEPAL en 2013 fue precisamente para marcar un hito en la agenda regional de temas de género y Sociedad de la Información. El informe de la conferencia sistematiza y señala que si bien en la actualidad los niveles de cobertura de internet registran un aumento exponencial en todo el mundo, es importante proponer una mirada de análisis necesaria para comprender que hablar de brecha no es sólo examinar acceso a la infraestructura o a dispositivos sino que se trata de un fenómeno más complejo.



La CEPAL señala que existe una primera brecha digital que se refiere al acceso a las computadoras (u otro dispostivo de conectividad) y a la conexión a Internet, según las características sociodemográficas de las personas. Luego hay una segunda brecha que se relaciona con los usos, tanto con la intensidad como con la variedad de usos, y está determinada por las capacidades y habilidades generadas por las personas para utilizar los aparatos y recursos del nuevo paradigma tecnológico.



Hablar de brecha no es sólo examinar acceso a la infraestructura o a dispositivos sino que se trata de un fenómeno más complejo


“El acceso de las mujeres a las TIC se ve limitado por factores que van más allá de las cuestiones de infraestructura tecnológica y del lenguaje. En América Latina y el Caribe el hecho de que las mujeres utilizan menos las TIC que los hombres es sin duda resultado directo de la desigualdad y los estereotipos en ámbitos como la educación y la formación profesional, el empleo y el acceso a los ingresos” CEPAL, Informe Mujeres en la Economía Digital: Superar el Umbral de la Desigualdad, XII Conferencia Regional sobre la Mujer para América Latina y el Caribe, 2013, p 18



Esta situación y realidad al ser consideradas en estudios y análisis serán fundamentales para comprender en qué medida se da por hecho el potencial de beneficios y oportunidades que implica estar conectadas en una sociedad cada vez más marcada por la economía y el desarrollo digitales.



En particular habrá que considerar aquellas áreas y dimensiones que tienen que ver con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): mejoramiento de la calidad de vida, acceso a la información (especialmente en aquellos temas que se considera clave o básicos para el cotidiano como salud, beneficios sociales, etc), acceso a oportunidades de educación, capacitación y desarrollo de nuevas competencias, nuevas oportunidades de empleo, etc.



Uno de los desafíos que tienen los países de América Latina y el Caribe es tener información sistematizada y continua en relación al acceso y uso de Internet y de las tecnologías digitales segregada por género (entre otras variables socioeconómicas, educativa culturales). Esto resulta complejo en la medida en que se trata de un proceso que ha tenido distintas velocidades, porque su adopción y uso en la vida cotidiana está muy marcada por las variables de nivel educativo y de ingreso.



Si bien en todos los países se han ampliado las posibilidades de acceso a la conectividad digital (más allá del hogar), en todos ellos existe un nivel de rezago en la tasa de uso que hacen las mujeres en relación a los hombres


En el gráfico 1, está resumida la situación del uso a internet por hogares, en 10 países latinoamericanos considerando la variable sexo (hombre-mujer) en base a estadísticas nacionales (disponibles al 2013, sistematizados por la plataforma …). Si bien en todos los países se han ampliado las posibilidades de acceso a la conectividad digital (más allá del hogar), en todos ellos existe un nivel de rezago en la tasa de uso que hacen las mujeres en relación a los hombres (y donde países como Honduras, tienen el nivel más bajo).



El informe XII Conferencia Regional de la Mujer advierte que la tasa de uso de internet pasa de ser 11% inferior a la de los hombres, a 8.5% menor en el último año con información disponible ((CEPAL, Informe Mujeres en la Economía Digital: Superar el Umbral de la Desigualdad, XII Conferencia Regional sobre la Mujer para América Latina y el Caribe, 2013 , p 40). Entonces, si bien se reconoce una disminución de la brecha en relación al uso, ésta no es absoluta.



Por ejemplo, faltan ahora analizar datos en relación a la situación de geolocalización de las mujeres (mundo rural, semirural, urbano). También sobre la situación de las mujeres con algún tipo de discapacidad o de aquellas que pertenecen a los pueblos originarios.





En el reciente informe Women´s Rights Online Report Card de la World Web Foundation (2016), se da cuenta de una encuesta aplicada en 10 ciudades de 10 países del mundo. De América Latina sólo se incluyó a Colombia. Este informe revela desigualdades extremas tomando en cuenta las variables género y pobreza: las mujeres tienen 50% menos probabilidad de estar en línea que los hombres y de 30 a 50% menos probabilidades de utilizar internet cuando se miden las dimensiones de empoderamiento político y económico.



Por eso, el debate sobre “el acceso a internet” también esta siendo cada vez más sobre la dimensión cualitativa en cuanto a los indicadores del “cómo se accede”: acceso a qué Internet y a qué servicios asociados a esta tecnología (redes sociales, buscadores, streaming o a servicios online de gobierno, salud, educación, etc). También por cierto, con qué calidad y velocidad de conexión esto ocurre (la de la banda ancha, 4G o la de prepago o 2G).



Aquí es donde aún existen desafíos para todos los países de la región cuando se trata de tomar decisiones de políticas públicas: reemplazar la anterior estrategia de implementar telecentros/infocentros comunitarios para el acceso público por la entrega masiva de tabletas o dispositivos móviles a escolares, o bien el levantamiento de torres de antenas de wifi pública, o la implementación de subsidios para servicios de conectividad digital para las familias más vulnerables.





Cerrando la brecha digital de género desde el acceso como plataforma para potenciar otros derechos y oportunidades



En el 2013 se creó el grupo de trabajo sobre Género y Banda Ancha como parte de la Comisión de Banda Ancha para un Desarrollo Sostenible- convocado por la UNESCO y la Unión Internacional de Telecomunicaciones, con participación de expertas/os, académicas/os, representantes de la industria, etc. El grupo de trabajo se basa en la afirmación de que son muchas las barreras de género que hacen que la brecha digital de género sea una realidad que no desaparece y asume el desafío de mirar cualquier propuesta en relación a las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible e igualdad de género.



Algunas de las recomendaciones que hace este grupo de trabajo en su informe “Working Group on the Digital Gender Divide Recommendations for action” (marzo 2017), a los diferentes partes interesadas que incluyen a gobiernos y autoridades públicas que definen políticas, empresas del sector, organizaciones no gubernamentales, academia, es la de incluir la perspectiva de género en la planificación e implementación de las mismas. Esto debe incluir metas, objetivos, y herramientas de análisis a la hora de definir políticas, planes, presupuestos, estrategias y acciones en relación a internet, banda ancha y conectividad digital.



Por ejemplo, a modo de check list, tiene que ver con recomendaciones como: mejorar las estadísticas y mediciones en relación a las TIC por sexo en cuanto a acceso y uso y la integración de la comunidad de mujeres, comunidades locales y profesionales expertas/os en estos temas para asegurar la inclusión de objetivos que garanticen la igualdad de género.



Un detalle no menor en esta discusión es que desde el comienzo de la década del 2010, el acceso a la tecnología de la telefonía móvil y de los dispositivos smartphones es la manera principal con la cual la mayoría de las personas se conecta a internet en todo el mundo. Aproximadamente unos 2,6 billones de usuarios suscriptores de telefonía móvil en el mundo, de acuerdo a datos del Banco Mundial, se conectan diariamente a internet. Y este es un dato muy usado por las autoridades para indicar que la brecha digital se está cerrando.



Sin embargo, como indica el Grupo de Trabajo de Género y Banda Ancha, la brecha digital de género permanece. Las estimaciones más recientes de la Unión Internacional de Telecomunicaciones indican que la brecha de género entre los usuarios ha crecido del 11% en el 2013 al 12% en el 2016.



Hoy en día, las tasas de penetración de internet siguen siendo más altas para los hombres que para las mujeres en todas las regiones del mundo – particularmente en los países menos desarrollados (LDCs) ( con una tasa estimada de 31%) y en la región de África (23%) en 2016.



Hoy en día, las tasas de penetración de internet siguen siendo más altas para los hombres que para las mujeres en todas las regiones del mundo


También desde las acciones de la UIT se estableció en el año 2016 un Plan de acción para cerrar la brecha digital de las mujeres (ver gráfico 2), reconociendo el potencial transformador que tienen las TIC para la vida de las mujeres y buscando el compromiso de gobiernos, sector privado y sociedad civil.





Estrategias y planes de acción para cerrar la brecha



Con todo este conjunto de diagnósticos, compromisos y planes de acción globales será clave el proceso de seguimiento y acompañamiento que hay que realizar desde los espacios como organizaciones de la sociedad civil y academia para ver la manera en que se implementan y ponen en marcha estrategias de acción en los países de la región.



En el proceso de diseño e implementación de políticas públicas u otras iniciativas (proyectos, iniciativas, etc) que tienen como objetivo ayudar a cerrar estas brechas, es también importante dar una segunda mirada a la problemática del acceso a Internet y su relación con otras políticas de promoción de la equidad de género, como las políticas sociales asociadas a las mujeres y al género.



La ecuación que se establece es que el acceso a las tecnologías de información y comunicación, a internet y a banda ancha de calidad, tiene sentido cuando sus alcances sociales están asociados al acceso a los beneficios que prometen el “desarrollo digital” (económico, cultural, educacional, laboral, etc), pero también incluyen la protección de derechos, en especial de los derechos sociales, económicos y culturales. Además existe una expectativa de empoderamiento y libertad para decidir en términos económicos, sociales o políticos. El acceso a la información y al conocimiento pueden cambiar las condiciones y la calidad de vida de muchas mujeres de nuestros países.

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